Salimos el pasado sábado sobre las diez y media de la mañana. Fuimos únicamente cuatro valientes, pero dispuesto a cumplir con el plan establecido. Lo cumplimos y con creces, y tuvimos tiempo para disfrutar del camino y de la playa.
Comimos en el Portil, y tras un rato disfrutando de la playa y del maravilloso sol. Teníamos que volver.
A la vuelta, fue cuando más nos costó, porque siempre cuesta abandonar la playa y porque tuvimos alguna caída, pero sin consecuencias. A pesar de todo, fue una vuelta preciosa en la que pudimos disfrutar de la fauna onubense, sobre todo de una serpiente que se cruzó en el camino y que casi atropellamos.