Pasar una noche en el Portil ha sido una aventura. En principio queríamos hacer una marcha nocturna larga, pero la noticia de los «perroa salvajes» nos echó un poco atras. Aún así salimos, tras dejar las cosas en el apartamento, a dar una paseillo por la playa. Nos volvimos pronto (pues el miedo arreciaba casi tanto como el frío) y organizamos dos juegos de mesa: el Pictionary y el Risk. Luego a dormir.
A la mañana siguiente empezaron las escusas para bañarse en la playa: que si «mi madre me ha dicho que no me bañe», que si «hace mucho frio», que si «no me he traido bañador», etc.. así que al final nadie se bañó por la mañana, a pesar del soleado día que amaneció.
Luego dimos un vuelta y exploramos unos pinares y nos volvimos a casa.
La próxima vez, nos quedaremos más tiempo.